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Esta semana comenzó un plan piloto que permite que las personas usen la Tarjeta de la Familia, también conocida como PAN, para comprar en “fast foods.”
Esta joya legislativa es producto de la gran Jennifer González. J-Go no tiene tiempo para Weight Watchers ni Fattaché y prefiere una solución “Fast Track.” Si no puede rebajar, que el pueblo engorde.
Ahora, en vez de ese “awkward moment” de enfrentarse a un mendigo escualido antes de entrar a Church’s para jampearse 3 Pechusandwich, Jennifer se sentirá en casa al ser recibida por un pordiosero de 300 libras. Lo único que se le inflará es el ego al ver a impedidos con loncheritas y envejecientes con sillas de rueda “SuperSized” por toda la isla.
Ya me imaginó a Jennifer, sintiéndose toda sexy en la gran apertura del Salvation Army Big and Tall, para vestir a la nueva generación de pobres puertorriqueños.
Parece que la gordura y la persistencia vienen de la mano, ya que Jennifer lleva desde el 2008 tratando de impulsar este plan. No quiso ni quemar las calorías que toma redactar la ley ella misma, ya que hoy, nos enteramos que básicamente le hizo “copy/paste” a un informe que le entregó un grupo de cabilderos de “Fast Food.”
Mientras en New York se presentan proyectos para prohibir la compra de “soft drinks” con los “food stamps”, nuestros líderes presentan un proyecto tan chatarra como los establecimientos que se beneficiarán de él.
El rey de Burger King y Angelo Millones se han quedado con mi país.